Desde la declaración de la pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) provocada por la propagación global del coronavirus que produce la enfermedad COVID-19, están proliferando aplicaciones móviles cuyo objetivo es combatir su expansión mediante un sistema de alertas que advertirían a una persona si ha estado en contacto con alguien infectado con el virus.

Las más conocidas funcionan por medio de la geolocalización, rastreando los contactos que almacenan en los smartphones para poder hacer así la trazabilidad de los potencialmente infectados.

El funcionamiento es relativamente sencillo; si cargamos la aplicación en el móvil y nos encontramos en proximidad de otras personas que también lo hayan hecho los dispositivos intercambiarán un identificador cifrado que se va almacenando en bases de datos, centralizadas o no. Si una de las personas rastreadas da positivo por la enfermedad la tecnología avisaría a todos los contactos registrados que se hayan encontrado en las proximidades de ella,

A pesar de los evidentes beneficios que puede aportar su implementación takes aplicaciones despiertan muchas dudas entre los ciudadanos, como por ejemplo:

¿Son realmente útiles? ¿Cuáles son sus límites? ¿Solamente funcionan en los teléfonos inteligentes? ¿Serán eficaces si no se instalan masivamente?, etc., y sobre todo la gran preocupación: ¿Qué pasa con la protección de datos?

La respuesta a alguna de estas preguntas la podemos encontrar en el artículo publicado por la Asociación de Internautas , con el título “Sobre la contribución de las aplicaciones móviles contra el COVID -19”  donde expresan su opinión al respecto un panel de expertos integrado por  Marta Beltrán, Juan Miguel Pulpillo y Borja Adusara y Ofelia Tejerina, miembros del patronato de nuestra Fundación.